Los milicianos duermen en un gimnasio, la mayoría son campesinos.
Ocotal, Nicaragua
Poco más de un centenar de hondureños que cruzaron la frontera de Honduras con Nicaragua, convocados por el depuesto presidente Manuel Zelaya, llevan días alojados en un gimnasio, recibiendo entrenamiento para integrar “milicias pacíficas” pero, ante un futuro incierto, comienzan a desesperarse.
José Dolores Vado, uno de los partidarios del presidente defenestrado y concentrado en Ocotal, un poblado en las montañas cafetaleras de Nicaragua, dijo que hasta ahora no han pasado de realizar “algunos ejercicios y simulacros de entrenamiento militar con las manos vacías”, es decir, sin armas.
La mayoría de los concentrados en el gimnasio simpatizan con líderes izquierdistas latinoamericanos y no escatiman consignas cuando se trata de exaltar a los presidentes Hugo Chávez; al anfitrión del improvisado campamento, Daniel Ortega, o el histórico líder de la revolución cubana Fidel Castro. “Chávez nos debía mandar los AK-47 para luchar... (porque) sin armas no se puede hacer nada”, dijo Vado, quien es el único que en el lugar no se identificó con un seudónimo.
Marcial, como se identificó otro de los hondureños albergados en Ocotal, expresó: “Ya no aguanto estar aquí. No hacemos nada y mis hijos (en Tegucigalpa) no tienen nada que comer”.
Zelaya instaló en Ocotal lo que dijo que sería la base desde donde coordinaría sus esfuerzos para recuperar el cargo del que fue derrocado el 28 de junio, cuando un grupo de militares lo sacó de madrugada de su casa lo mandó a Costa Rica.
Fallido retorno
El 24 de julio, Zelaya partió desde Ocotal hasta la frontera con Honduras, adonde hizo una breve pero simbólica incursión al territorio de su país. La acción recibió críticas de personalidades internacionales, que exhortaron al político hondureño a agotar el diálogo en vez de acciones que podrían desembocar en violencia.
Algunos pocos desafiaron las medidas (toque de queda) y cruzaron montes a pie, para vadear los controles militares, y así llegaron hasta la frontera. Uno de ellos, que dijo llamarse “Manger Valey”, ahora es uno de los que aspira a integrar las “milicias populares pacíficas” y dijo que no regresará a su casa porque se siente “perseguido” por su activismo político.
Loney, originario de la costa caribeña fronteriza con Nicaragua, dijo que si esta semana “no concretan lo que vamos a hacer”, regresará a su casa “porque hasta ahora no hemos hecho nada, sólo estar aquí”.
Cuando no están en el gimnasio, el grupo de hondureños se sienta en las aceras de enfrente o deambula por el parque.
El lunes, recibieron con cierto desconsuelo la noticia de que Zelaya abandonó su hotel en Ocotal antes de emprender un viaje a México, que se suma a sus intentos diplomáticos de forzar la salida de Micheletti y su restitución en la Presidencia. EFE